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Sicpa
Los negocios turbios del rey de la trazabilidad

Sicpa - Los negocios turbios del rey de la trazabilidad

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Introducción

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De lejos podría parecerse a cualquier otra construcción. Enormes grúas se elevan sobre un suelo terroso y polvoriento. Barreras impiden el acceso a una amplia zona en obras.  

Equipados con cascos, los trabajadores se desplazan de un sitio a otro. Estamos en Prilly, una zona industrial ordinaria en el  noroeste de Lausana, en el cantón de Vaud. Pero la vasta edificación que ahí se erige es mucho más que otro edificio cuadrangular y acristalado.  Se trata del "campus unlimitrust", cuyo objetivo es desarrollar "soluciones tecnológicas" que "fomenten la economía de la confianza". 

Este proyecto es apoyado por el cantón de Vaud y la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL). ¿Su objetivo? Generar colaboraciones que estimulen la investigación y el desarrollo de tecnologías en el sector de la trazabilidad y la seguridad de los productos digitales y físicos.
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La creadora de este “ecosistema” es Sicpa, una empresa familiar regional fundada a principios del siglo XX. Aunque su acrónimo no sea familiar para la gente, la mayoría de la población del mundo ha tenido alguna vez en sus manos un objeto que contiene su producto estrella: la tinta.
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Sicpa no es una empresa impresora o editora. Es fabricante de una tinta de alta gama que es imposible de reproducir. En casi un siglo de historia, la firma ha conquistado al mundo con su fórmula mágica, que fue utilizada inicialmente en los billetes de los bancos y, después, en precintos que garantizan el rastreo de las botellas de alcohol y los cigarrillos legales en numerosos países. Sicpa ha construido su reputación a base de confianza.
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Desde hace casi 100 años, esa confianza se ha sustentado en la mas grande discreción. Detentada aún por la familia fundadora, la firma no cotiza en el mercado de valores. Así, al no tener inversores externos no está obligada a rendirle cuentas a nadie. Muy ignorada por la prensa económica, la información que se publica sobre esta empresa es alimentada a cuentagotas por su oficina de prensa.


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A lo largo de nuestra investigación, constatamos el mismo fenómeno: cuanto más cercanas a la empresa eran nuestras fuentes, más probabilidades había de que nos solicitaran el anonimato. Lo mismo si eran antiguos o actuales empleados, o competidores, todos impusieron la misma condición en la veintena de entrevistas que realizamos. La razón es simple: quienes que conocen a Sicpa y su ámbito de actividad saben que el secreto es una regla que impera. Más allá de un pequeño círculo de iniciados, nada se filtra, o casi nada.
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Pero durante los últimos años esta cultura del silencio se ha visto cuestionada. La empresa ha sido objeto de diversas investigaciones por corrupción. Hasta ahora no han dado lugar a condenas, así que prevalece el principio de presunción de inocencia.  Durante la elaboración de este reportaje, Sicpa tuvo siempre la oportunidad de pronunciarse sobre cada acusación que pesa sobre ella.

Los procesos legales, que han tenido lugar en Suiza y en el extranjero, han arrojado una luz implacable sobre sus actividades. Y han obligado a la empresa a explicarse. Nuestras investigaciones se basan en gran medida en documentos legales que son producto de las investigaciones, y de las demandas que hay entre los herederos de la familia.
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"Es importante recordar que el soborno de funcionarios extranjeros se volvió ilegal en Suiza solamente a partir del año 2000", afirmó Adrià Budry Carbó, investigador de la oenegé Public Eye. "Antes, las empresas podían considerar las 'comisiones' como gastos y deducirlas de sus impuestos. A ciertas empresas suizas que estuvieron activas durante muchos años en países expuestos (a estas prácticas) les costó mucho tiempo adaptarse. Este cambio de cultura fue algunas veces complicado”.
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En efecto, con el paso de los años y los distintos procesos sucesorios en la familia Amon, los valores originales de la empresa se fueron diluyendo. La firma ha sido acusada de corrupción por el Ministerio Público de la Confederación (MPC), que desde el 2015 investiga sus actividades en distintos países del mundo.

Al principio, la investigación incluía hechos que se produjeron en 14 naciones: Ghana, Togo, Filipinas, Egipto, Brasil, India, Kazajstán, Colombia, Nigeria, Pakistán, Senegal, Ucrania, Venezuela y Vietnam. El proceso sigue en curso, confirmó el MPC, sin ofrecer más precisiones. En Brasil, la empresa pagó ya 135 millones de francos suizos para poner fin a sus problemas legales y poder seguir haciendo negocios. Hasta la fecha, Sicpa sigue clamando su inocencia antes las autoridades suizas.
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Philippe Amon, actual presidente de Sicpa, es investigado desde el 2021 por el Ministerio Público de la Confederación por sobornar a funcionarios públicos extranjeros. Sospechas que pesan sobre la reputación de la empresa, que es observada de cerca por sus competidores.
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Esta investigación se remonta a los orígenes de Sicpa e intenta arrojar luz en medio de la tormenta que vive. Durante varios meses, investigamos esta misteriosa compañía de Vaud buscando en los archivos federales, analizando documentos judiciales, y descifrando las actividades del grupo en el extranjero gracias a la ayuda de corresponsales y entrevistando a una veintena de expertos de esta industria. La mayoría de las fuentes pidió el anonimato.

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De la grasa de ordeño al liderazgo mundial en las tintas de seguridad

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Lausana, 1927. Cada mañana, en un amanecer glacial, miles de pastores suizos se instalaban en su tradicional taburete unípede para ordeñar a sus vacas. Después de varios siglos de implacable pobreza, el país se recuperaba y comenzaba a darse a conocer por la dulzura de su leche y la cremosidad de sus chocolates. En los establos, para proteger las manos de las grietas y evitar dañar las ubres de las vacas, los campesinos se untaban grasa de ordeño. En el cantón de Vaud, uno de los principales proveedores era Maurice Amon.
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Poco se sabe de él. Nacido en la isla griega de Rodas en 1880, este judío sefardí emigró a Suiza durante su juventud. Y fue ahí donde este trabajador incansable inventó su propia grasa de ordeño, cosechando rápidamente un éxito inusitado en el cantón de Vaud. La fórmula básica, mezcla de parafina y vaselina, había sido creada en 1882 por el químico suizo Adolphe Panchaud. Pero Maurice Amon retomó sus principios y la revistió de un eficaz embalaje. Así, este hombre, de ceja circunfleja y bigote liso, logró vender a gran escala sus cajas rojas y blancas durante el período de entreguerras. ¿El nombre de su empresa? La Sociedad Industrial y Comercial Alimentaria - Sicpa.
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Los años pasaron y llegaron tiempos de prosperidad. Inicialmente para Suiza, que aprovechando su neutralidad dio la bienvenida a los capitales internacionales durante la Segunda Guerra Mundial y desarrolló también una industria de gran calidad. Para Sicpa, fue un periodo propicio para construir una sólida reputación.
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Pero esto no era suficiente para Maurice Amon. La grasa estaba muy bien, sí, pero su mira apuntaba más alto. Con Albert, su ambicioso hijo mayor, descubrió que su producto era un ingrediente clave para otro producto: la tinta. A principios del siglo XX, la técnica de impresión offset estaba en auge. El pigmento, mezclado con grasa, se aplicaba en placas, mientras el agua fluía sobre las áreas que debían permanecer vírgenes. La prensa mundial aprovechó esta novedad para acrecentar su circulación y generar ganancias. La revolución industrial estaba en curso, la economía se transformaba.
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Después de la Segunda Guerra Mundial, los estados debían imprimir billetes, así que la necesidad de tinta de calidad se disparó. Eran buenas nuevas para Sicpa que, como otras empresas, salió bien librada del conflicto y gozaba de la buena reputación de la industria suiza, considerada rigurosa y de alta calidad. Su producto era único y su personal era serio: los gobiernos le daban contratos para ilustrar sus billetes de la forma más fina posible, a fin de hacer la falsificación extremadamente difícil, si no imposible. España fue el primer cliente que firmó con Sicpa para un nuevo billete de cien pesetas en 1943, después los Estados Unidos hicieron lo propio para sus dólares. Todo le sonreía a la pequeña empresa de Lausana.
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Una revisión profunda de los archivos federales de Berna nos permitió comprender el espíritu de Sicpa en aquella época. En un membrete de Sicpa SA se puede leer: “Por la presente tenemos el honor de hacerle saber que, a partir del 8 de abril de 1943, la dirección de la Casa de Moneda de la Nación Argentina, en Buenos Aires, nos hizo un pedido de 12 500 kilogramos de tintas para la impresión de billetes, por un valor de 525 584 francos suizos (alrededor de 2,6 millones de francos suizos actuales)”. La carta, firmada por Maurice Amon, estaba dirigida al Departamento Federal de Economía Pública. ¿Por qué esta pequeña empresa de Malley, zona industrial aledaña a Lausana, daba este aviso a las autoridades? Porque en aquel momento, explica el historiador Thibaud Giddey, especialista en archivos, los pagos no se hacían de mano a mano entre clientes y proveedores. "La Confederación puso la cantidad a disposición de la Sicpa en una cuenta en Suiza, y se encargó de recuperar el equivalente por parte de Argentina", dice. "Era un sistema de compensación que era muy utilizado en el comercio internacional".
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Nada hay de extraño en estas cartas amarillentas que leímos concienzudamente en la Rue des Archives, en Berna. Las misivas hablan de la modestia de la casa Sicpa y de su cumplimiento de las normas en vigor. En ese momento, la firma iniciaba su ascenso. Con fórmulas modernas que conseguían tintas duraderas, la empresa se volvió líder y no tenía competencia en el mercado. Pero en la década de 1950, Maurice Amon experimentó el implacable paso del tiempo y fue su hijo Albert quien, gradualmente, tomó las riendas de la empresa con la misma aplicación que su padre.

"Era una persona extraordinaria, con un verdadero sentido de la industria", recuerda un abogado de Lausana, cuyos familiares eran amigos de los Amon. "Era un hombre de negocios sabio y tuvo éxito gracias a su enorme capacidad de trabajo y a su reputación de caballero. Era un hombre riguroso, de palabra, fuerte y justo. Y era muy generoso, además de tener un gran sentido de la familia".

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En 1952, Albert Amon convenció a su amigo Gualtiero Giori, un impresor italiano, de establecerse en Lausana. Entre las dos fábricas, la colaboración era intensa. Sicpa aprovechó estos años para fortalecer su reputación, encontrar nuevos clientes y multiplicar los ensayos de laboratorio que realizaba para sus productos. Cada vez que hacían un descubrimiento, Maurice Amon y, sobre todo Albert, presentaban una patente y crearon, en colaboración con la Universidad de Lausana, un estándar para las tintas usadas en los billetes. Hoy en día, dispone de más de 5 000 patentes registradas.
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En 1969, de hecho, la Interpol decidió que este estándar se usaría a nivel mundial para la impresión de billetes, todo un logro para la que aún era una pequeña empresa de Vaud. A finales de la década de 1980, los ingenieros de Sicpa fueron más lejos al desarrollar tintas variables que cambiaban de color según la orientación del papel, o la iluminación. Este invento permitió fabricar para cada cliente una tinta única e imposible de reproducir, algo parecido a una firma. Un producto hecho a medida.
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El comercio ilícito mundial supone pérdidas por casi 500 000 millones de dólares anuales para el comercio, según el último informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el tema.

Para Suiza, la pérdida se estimó en 4 450 millones de francos suizos en 2018 (4 620 millones de dólares). El sector de la confección, el calzado, el cuero y otros productos relacionados experimentó las mayores pérdidas (12,5% de las exportaciones del sector), seguido por la relojería y la joyería (6,1% de las exportaciones del sector).
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El comercio ilícito mundial supone pérdidas por casi 500 000 millones de dólares anuales para el comercio, según el último informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el tema.

Para Suiza, la pérdida se estimó en 4 450 millones de francos suizos en 2018 (4 620 millones de dólares). El sector de la confección, el calzado, el cuero y otros productos relacionados experimentó las mayores pérdidas (12,5% de las exportaciones del sector), seguido por la relojería y la joyería (6,1% de las exportaciones del sector).
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En ese contexto, Sicpa tuvo una idea simple: proponer que sus tintas se colocaran en papeles muy especiales, en precintos fiscales que confirmarían la legalidad de productos sensibles, como el alcohol o los cigarrillos. Con su tinta mágica y la finura de su diseño, cada sello se volvería original y garantizaría que el producto comprado fuera oficial y estuviera declarado.
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El siguiente paso era convencer a los gobiernos de aceptar su propuesta y confiar en Sicpa. Para ello, les ofrecía los mismos valores que le dieron reputación en la industria de los billetes: discreción, tecnología, conocimientos técnicos. Con una amplia agenda de contactos, la compañía comenzó a dar la vuelta al mundo para firmar contratos. Una ambición que le llevó, no obstante, a asumir riesgos excesivos y comprometer la gobernanza de la empresa.

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Un mercado sin fronteras

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El ascenso de Sicpa ha sido ampliamente divulgado por la prensa suiza, pero pocas cifras confiables se han publicado sobre la empresa. Al seguir siendo una propiedad familiar que no ha requerido fondos del mercado bursátil, la firma no tiene la obligación de revelar resultados financieros exhaustivos. Pero su facturación, estimada en 750 millones de dólares en 2003, habría pasado a 1 500 millones de dólares en 2015, según Le Temps. Actualmente, la empresa se niega a proporcionar datos a SWI swissinfo.ch, pero asegura que la mayoría de sus ganancias provienen del mercado de los billetes bancarios.

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Sin embargo, el negocio de los precintos fiscales ha florecido ampliamente con el paso de los años, aunque Sicpa no precise el volumen de negocios que representa hoy. ¿Cuál es su nombre? “SICPATRACE”. Un mercado poco conocido, pero enorme, que representa una importante fuente de ingresos para los países en vías de desarrollo.

En dos décadas, Sicpa firmó más de 33 contratos en 22 países. Hoy en día, esta solución opera en 17 naciones, incluidas seis de África, según la empresa.

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El sistema es simple: para erradicar el contrabando de productos sensibles como el alcohol y el tabaco, los Estados marcan las botellas y paquetes de cigarrillos con precintos fiscales únicos, que dan fe de su legalidad y certifican que se pagaron los impuestos correspondientes.

Si en Casablanca un hotel quiere servir un whisky a sus clientes, deberá adquirirlo en una tienda oficial, o estará fuera de la ley. Un comerciante de tabaco en Los Ángeles, California, solo venderá Malboro o Camels con este timbrado único, si no lo hace, está vendiendo cigarros fraudulentos.
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En la teoría, el sistema es ideal. Permite a los Estados fortalecer sus ingresos fiscales, sin desembolsar casi nada. Los fabricantes de tabaco y alcohol son los encargados de pagar y, a menudo, ellos repercuten este costo en el precio de venta de sus productos.

A título excepcional, la empresa nos recibió en su sede en Prilly, en una anónima construcción rectangular de color negro, rodeada de ventanas que muestran el logotipo de la empresa, conformado por las legras “S” y “A” entrelazadas. Nuestra cita fue muy poco común, ya que las entrevistas solían ser negadas a los periodistas que las solicitabann. Pero la decisión de recibirnos es acorde con la imagen de transparencia y trazabilidad que desea ofrecer Sicpa en el presente.
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El 19 de noviembre de 2021, visitamos un pequeño salón de muestra en donde había algunas máquinas y copias de los productos con precintos ya colocados. Ruggero Milanese, director de Soluciones de Marcado y Trazabilidad de Sicpa, fue excepcionalmente invitado a explicarnos su trabajo. Y compartió con orgullo algunas cifras que ponen de manifiesto el éxito de SICPATRACE: en Kenia, el primer año de implementación del sistema, el gobierno recibió un 45 % de impuestos adicionales sobre el alcohol y el tabaco. En Brasil, estos ingresos aumentaron 30% en 2009. En Malasia, se cobraron 100 millones de dólares más en el primer año de utilización, en 2004. Y en Albania se declaró 50% más producción de cerveza en 2010.

"Es un círculo virtuoso", explicó Ruggero Milanese. "Porque los fabricantes entienden de inmediato que ya no podrán vender productos ilícitos. Así que el mercado se va limpiando y la economía sumergida disminuye, lo que aumenta automáticamente los ingresos fiscales y el PIB (Producto Interno Bruto)”.
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El caso de Todo es significativo. Desde el 1 de septiembre del 2020, todas las plantas de fabricación de alcohol y cigarrillos de este país del África subsahariana, así como los productos importados, están equipados con máquinas Sicpa que fueron instaladas directamente en la línea de producción. Cuando una botella de cerveza es etiquetada y queda lista para empaquetada y enviada a los comercios, se le pega un precinto fiscal en la cápsula, con el cuál quedará sellada.

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De lejos se observa un estético precinto verde de forma vertical, un poco más largo que los sellos postales, ilustrado con símbolos relacionados con Togo, como el baobab. De cerca, sus colores son brillantes y cambian ligeramente del rojo al verde, o del dorado al verde, si la botella se mueve lentamente. La fineza del dibujo entusiasmaría a los filatelistas más apasionados... Pero su secreto es invisible al ojo humano: contiene un código único que permite autenticar el producto y comprobar que realmente se pagaron los correspondientes impuestos.

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Este proceso es filmado las 24 horas del día por una cámara colocada sobre de la máquina Sicpa, para que los fraudes sean imposibles. En Lomé, en las oficinas togolesas de la empresa suiza, donde trabajan unos treinta empleados locales, las cámaras muestran estos vídeos en tiempo real.
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Para conocer este proceso de primera mano en las instalaciones de Sicpa, planeamos un viaje a Lomé. Pero no fue posible. La razón: el representante de la Oficina de Impuestos de Togo, responsable de la firma del contrato con la empresa suiza, no aprobó la visita.

El Estado africano ha recibido mayores ingresos correspondientes. Según un informe publicado por el Ministerio de Economía y Finanzas, en 2021, los ingresos fiscales relacionados con la cerveza y el tabaco aumentaron 35 % en comparación con respecto a los años previos a la puesta en marcha del sistema Sicpatrace. La Oficina de Ingresos de Togo estimaba que el contrabando de estos productos sumaba 22 millones de euros en este país, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) fue de 6 600 millones de euros en 2020.
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Pero la llegada de Sicpa no ha hecho feliz a todo el mundo. Nadie sabe cuánto han pagado las autoridades por implementar este proyecto, cuánto recaudan exactamente y cuánto cobra la empresa suiza por su gestión.

"El contrato de sellado de productos se ha confiado a Sicpa sin licitación alguna. Sin embargo, bajo la óptica de seguir luchando contra la corrupción y la colusión, el gobierno ya ha comenzado a hacer llamados a la competencia. Ya que es bien sabido que los contratos directos son siempre una puerta abierta a los sobornos y otros delitos”, expresó Godson Ketomagnan, periodista especializado en contratación pública.
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Los contrabandistas no están contentos, ni tampoco la competencia. Con el paso de los años, los éxitos de la pequeña compañía de Vaud han desatado la ira de los fabricantes de cigarrillos, especialmente de los dos gigantes del sector: Philip Morris International y British American Tobacco. Según los especialistas de esta industria, que aceptan hablar anónimamente, actualmente se libra una verdadera guerra comercial entre la sociedad Vaud y las multinacionales del tabaco.

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A Philipp Moris, multinacional estadounidense cuya sede europea está en Lausana, a unos cuantos kilómetros de la sede de Sicpa, no le gusta compartir: desde 2007, se jacta de la existencia de "Codentify", su propio programa para autenticar y rastrear sus paquetes de cigarrillos rubios.

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Por ello, en un mercado cada vez más tenso y reñido, Sicpa prevé endurecer sus métodos para seguir convenciendo a los gobernantes de confiar en su empresa. Más aún, se ha inspirado en las prácticas de las empresas activas en el mercado de las materias primas que, en muchos países, suelen apoyarse en intermediarios locales bien posicionados, para acercarse a los círculos de poder y acceder después a campos de petróleo, o a autorizaciones para realizar obras públicas. Hoy, la sociedad de Vaud está lejos de la grasa de ordeño y de la inocencia de sus inicios. Ahora juega en las grandes ligas, en un mercado donde la toma de riesgoses a veces muy importante.
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El 26 de enero del 2007, Gloria Macapagal-Arroyo, presidenta de Filipinas, llegó a uno de los salones del Hotel Belvedere de Davos. Iba acompañada por Hans Schwab, un alto ejecutivo de la empresa de Vaud y sobrino del fundador del WEF, Klaus Schwab. Pero el anfitrión era Maurice Amon, heredero de Sicpa, quien presidió la recepción.

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“Gracias señor Amon”, dijo la presidenta durante un breve discurso pronunciado al inicio del evento. “Gracias por la maravillosa cena que organiza y por sus amables palabras. Aún no hemos comenzado a comer, pero me dicen que la lista de invitados de hoy es la más selecta que haya tenido cualquier otra velada de negocios de este foro. ¡Muchas gracias!”.

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Hans Schwab no le quitaba los ojos a la presidenta. Tenía una buena razón. En ese momento, él era el responsable de vender el más reciente producto de la firma Sicpatrace en Filipinas. Una tecnología que había sido creada para rastrear constantemente cualquier producto identificado con un precinto fiscal, lo mismo un paquete de cigarrillos que una botella de cerveza. La trazabilidad iniciaba en el centro de producción y se mantenía en el traslado en los camiones de reparto, en los puertos y en las tiendas.

En una propuesta presentada por Sicpa al Ministro de Finanzas de Filipinas, la empresa suiza argumentaba que esta tecnología podría frenar la evasión fiscal endémica de los comercializadores de tabaco. Una hemorragia que en el caso del erario filipino sumaba hasta 1 millón de dólares diarios. Por lo tanto, por 50 millones de dólares anuales durante cinco años, Hans Schwab prometía que Sicpa eliminaría esta fuga de recursos.
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El problema es que esta solución milagrosa de Sicpatrace no existía aún. La firma Prilly había invertido considerables sumas financieras en el desarrollo de una tecnología que buscaba asegurarle un futuro a la empresa en tiempos en los que la venta de tintas para billetes -origen de su fortuna- vivía un inexorable declive. Pero, a cuatro años de iniciar el esfuerzo, Sicpa aún no había firmado ningún contrato.
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Fue en 2002 cuando la empresa intentó vender por primera vez Sicpatrace. ¿El primer cliente potencial? Philip Morris. El proyecto consistía en ayudar a la tabacalera a poner fin a las imitaciones y cumplir con las medidas adoptadas por múltiples gobiernos para combatir el contrabando.

Sicpa había gastado millones de dólares estudiando cómo sus códigos de barras invisibles podían colocarse en cada paquete de cigarrillos, y en desarrollar lectores que estarían estratégicamente ubicados desde el final de la línea de producción hasta los mostradores aduanales en los puertos de entrada. Todo, sin que esto le costara al cliente más de un centavo por paquete.
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Pero Sicpa tocó a la puerta equivocada. Philip Morris consideró que la solución de Sicpatrace era demasiado lenta para una línea de producción que maquilaba 700 paquetes de cigarrillos por minuto. La multinacional estadounidense decidió desarrollar su propia tecnología competidora, llamada Codentify. La firma Vaud se dirigió entonces al sudeste asiático, en dónde las economías estaban en pleno auge.
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Malasia fue la primera interesada en la solución de Sicpa. La empresa de Vaud firmó su primer contrato de trazabilidad con el sector tabacalero en 2004. Pero para cumplir con su objetivo Sicpa debía aceptar trabajar con otros actores. El contrato fue firmado por una empresa local, Liberal Technology, y Sicpa era exclusivamente un subcontratista.

Según un informe presentado en 2015 por investigadores de la industria tabacalera de la Universidad de Illinois y de la Universidad de Ciudad del Cabo, la adjudicación del contrato en Malasia fue “opaca” y no existió una oferta pública. Peor aún: la empresa local que tenía el contrato principal estaba vinculada a funcionarios de Malasia.
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Este intento de rastreo del tabaco fracasó rápidamente. Como explicaron los autores del informe del 2015, la industria tabacalera se “opuso constantemente” a la aplicación de un sistema de trazabilidad en Malasia. Cuando se introdujo, en 2004, se observó una caída temporal en el consumo de cigarrillos de contrabando. Pero al año siguiente, cuando terminó el año de prueba del rastreo, el tráfico de cigarrillos se recuperó nuevamente.

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En los cuatro años siguientes (2006-2010), el número de cigarrillos ilegales vendidos en Malasia incluso se multiplicó por 2,5.
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Por ello, en enero de 2007, en Davos, el objetivo de los herederos Philippe y Maurice Amon era claro. Las negociaciones con Filipinas debían conseguir un éxito rotundo. Un nuevo contrato firmado con este enorme mercado sería la oportunidad de recuperarse del fracaso de Malasia. Y para alcanzar la meta, los dos hermanos estaban dispuestos a tomar atajos.

Un documento obtenido por SWI swissinfo, producto de los compromisos de transparencia de la justicia suiza, reveló el trasfondo de la famosa cena de enero de 2007 celebrada en el Foro Económico Mundial (WEF en inglés) de Davos. El citado texto proviene de una investigación contra Sicpa iniciada en 2014 por el Ministerio Público de la Confederación (MPC) por el delito de soborno a funcionarios públicos extranjeros. Este procedimiento, que investiga las actividades de la compañía en varios países, sigue en curso.
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El documento, fechado en septiembre de 2020, que resume el origen de la investigación federal, relata cómo Maurice Amon y Hans Schwab realizaron un pacto secreto con familiares de la presidenta Gloria Macapagal-Arroyo unos meses antes de que ella asistiera al WEF en 2007.

El MPC señala una reunión entre Hans Schwab y Maurice Amon con Anthony Arroyo, sobrino de José Miguel Arroyo, esposo de la presidenta Gloria Arroyo. Anthony Arroyo era entonces un hombre con relaciones de alto nivel en Manila, que tenía además un contacto privilegiado con el esposo de la mandataria filipina. Sabía bien que contaba con el apoyo de su tío y también de Iggy Arroyo, un influyente congresista.
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El documento refiere que, en 2006, durante el encuentro previo a Davos, Anthony fue contratado como representante de Sicpa a cambio de un salario de 5 000 dólares mensuales, un monto que supera ampliamente el salario promedio de Filipinas (3 850 dólares anuales). Pero había más. También se acordó una “comisión de éxito” por 200 000 dólares.

 ¿Cuál era el objetivo del nuevo empleado? Ayudar a Sicpa a “manejar las relaciones con su tío y la presidencia”, resume el MPC. Más grave aún: “quedó claro en ese momento que parte de la ‘comisión’ iría a parar a José Miguel Arroyo”, detalla el documento suizo.

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Claramente, Sicpa se disponía a pagar una bonificación al marido de la presidenta de Filipinas a cambio de la adjudicación de un contrato público, lo que podría constituir un acto de "soborno a un funcionario público extranjero”, según el MPC. Un delito que se castiga con cinco años de prisión en la legislación suiza.

Asimismo, según el texto del MPC en nuestro poder, el pacto con la familia Arroyo no se limitó a Sicpatrace. Tres años después, en 2009, también se firmó un acuerdo para el suministro de tintas para el Banco Central de Filipinas. Y se contempló nuevamente una “comisión de éxito”, esta vez por una cantidad mucho mayor a la anterior. Nuevamente, según el MPC, en esta ocasión el “bono” habría sido de 3 millones de dólares anuales durante los 6 o 7 años que duraría el contrato de suministro de tintas.
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Pese a esos esfuerzos, las cosas comenzaron a complicarse en Manila. En privado, la empresa afirmaba que era víctima de una campaña de desprestigio por parte de los grandes fabricantes de cigarrillos, con Philipp Morris a la cabeza. Al igual que en Malasia unos años antes, se realizaba una intensa actividad de cabildeo para aniquilar el proyecto Sicpatrace. Hans Schwab, por su parte, habla ante la prensa filipina y ante miembros de un comité del parlamento para defender a la empresa de Vaud, pero esto no cambió las cosas.

En el camino de Sicpa surgieron además dos competidores que presentaron propuestas de precintos fiscales para el gobierno filipino. El primero era una pequeña empresa china totalmente desconocida. Pero el segundo era la poderosa firma Philip Morris y Fortune Tobacco Corp, una empresa subsidiaria de Philip Morris fundada junto con el multimillonario chino-filipino Lucio Tan, quien controla más del 90% del mercado del tabaco en Filipinas.

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Poco después, el gobierno filipino renunció a la solución suiza. El ministro de Finanzas, Kim Henares, emitió su juicio sobre la propuesta de Sicpa. “Es una tecnología útil, pero demasiado sofisticada y costosa para las necesidades del gobierno. Es como si nos ofrecieran usar una cortadora de césped cuando necesitamos un simple machete”. Filipinas presentó en 2014 su propio sistema de generación de precintos fiscales para los cigarrillos, pero no tuvo éxito y no consiguió frenar el contrabando.

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Hans Schwab, el hombre de Sicpa en Manila, dejó la empresa en 2009. Sus conexiones con la presidencia dejaron de tener valor. El “primer caballero” José Miguel Arroyo, esposo de la presidenta, fue acusado de corrupción y abandonó el país. Por su parte, Gloria Macapagal-Arroyo dejó el poder en 2010 y fue detenida un año más tarde, acusada de fraude electoral y malversación de fondos.

Finalmente, y hasta ahora, no ha podido confirmarse que las "comisiones de éxito" pactadas entre Sicpa y el círculo cercano a la presidenta Gloria Macapal Arroyo hayan sido pagadas. Tanto el MPC como Sicpa declinaron comentar al respecto.

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Riqueza en Brasil

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El fracaso del contrato en Filipinas aún generaba escozor, pero Sicpa ya tenía los ojos puestos en otro sitio. Se abrían nuevas oportunidades al otro lado del mundo.

En 2007, Brasil adjudicó un contrato de trazabilidad de tabaco a la empresa Vaud. Más aún: el gobierno de Brasilia estaba considerando el uso de la solución tecnológica de rastreo para incrementar la recaudación de impuestos también en el alcohol y las limonadas. Las perspectivas eran enormes. De hecho, el contrabando en el sector de las bebidas costaba al Estado brasileño miles de millones de reales. En 2003, la evasión fiscal se estimó en el equivalente al 30% de las ventas totales de bebidas no alcohólicas y en el 15% de las ventas de cerveza.
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Sicpa se precipitó al actuar. El hombre elegido para esta nueva misión fue Charles Finkel. Se le nombró "vicepresidente ejecutivo" de Sicpa en Estados Unidos y visitaba regularmente la sede de la empresa en Prilly. Era un hombre de toda la confianza de Maurice y Philippe Amon.

Para Sicpa, Charles Finkel, quien fue contratado como consultor privado para esta misión, tenía el perfil ideal. Conocía bien Brasil, país en el que había trabajado durante muchos años. Y, de forma paralela a sus actividades para la firma helvética, era consultor por cuenta propia en su empresa, CFC Consulting Group.

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En 2008, la filial brasileña de Sicpa firmó un contrato llamado SICOBE con la Casa da Moeda, la empresa estatal encargada de imprimir moneda y precintos fiscales. Para Sicpa, se trataba del contrato del siglo: 3 300 millones de reales, es decir, casi 2 200 millones de francos suizos, a cambio de mejorar el rastreo de todas las botellas de refrescos y cerveza vendidas en Brasil.

El sistema comercializado por Sicpa era caro y complejo. En lugar de llenar a mano las cantidades de bebidas que producía cada fábrica, estas debían instalar máquinas en sus líneas de producción que se encargarían de etiquetar automáticamente cada botella. No había margen para improvisaciones. Según un estudio financiado por el grupo de cabildeo de los productores de bebidas del Brasil, los ingresos fiscales aumentaron un 20% en este país luego de la instalación del sistema SICOBE.
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Pero en 2015, las cosas se complicaron. La policía federal brasileña comenzó a investigar a la Casa da Moeda, una institución que ya se había visto implicada en varios escándalos de corrupción. En pocos meses, la operación Vicios sacó a la luz los compromisos que hizo Sicpa para garantizar la obtención del famoso contrato SICOBE. Los hallazgos de los investigadores incriminaban a la empresa suiza.
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Para obtener el contrato del siglo, Charles Finkel usó todos los medios a su alcance. Según una investigación de la Policía Federal brasileña, el "vicepresidente" de Sicpa había pagado 15 millones de dólares en sobornos al inspector federal de impuestos, Marcelo Fisch. Este último se desempeñaba como experto de la Casa da Moeda y su misión era justamente aconsejar con respecto a la elección de la mejor solución tecnológica. Los sobornos fueron presuntamente pagados a una cuenta bancaria a nombre de su esposa, se realizaban transferencias de 250 000 dólares cada mes. Un mecanismo que estuvo en marcha durante cinco años, entre 2009 y 2015. El dinero provino de la firma de consultoría de Charles Finkel, CFC Consulting Group.

Charles Finkel no era un consultor como los otros. En vez de disfrazar los sobornos como "comisiones" para allegados de miembros de un gobierno, la firma suiza dio carta libre a Charles Finkel para negociar y pagar los fondos corruptos a Marcelo Fisch, según las conclusiones de la Fiscalía brasileña. Al actuar a través de su empresa de consultoría, el empresario asumió riesgos considerables.
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Según la tesis defendida por Sicpa, Charles Finkel habría pagado de su propio bolsillo los 15 millones de dólares que recibió Marcelo Fisch. Consultada al respecto, la empresa dice que el estadounidense "actuó como consultor y a título personal ".

Según una fuente, el monto pagado a Fisch se obtuvo de una gran comisión -el monto no ha sido revelado aún por la investigación- otorgada por Sicpa a Finkel como recompensa por sus esfuerzos para obtener el contrato SICOBE.
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Interrogada por SWI swissinfo.ch, Sicpa se mantuvo firme en su versión de los hechos. Afirmó que “los pagos irregulares fueron realizados por terceros, sin participación, conocimiento o intención por parte de Sicpa. Y estas transferencias no ponen en tela de juicio la validez de los contratos celebrados con Brasil ni representan responsabilidad penal alguna a la empresa o a sus directores".

En 2016, el contrato SICOBE ya no se renovó. Como resultado de los problemas legales, las máquinas instaladas por Sicpa en las fábricas se desactivaron y los fabricantes de bebidas tuvieron que regresar súbitamente al antiguo sistema de declaración manual. Para la empresa suiza fue una catástrofe. En junio de 2017, Sicpa anunció 150 despidos en su sede en Prilly y 850 en Brasil.
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En 2019, los tribunales federales brasileños condenaron a Charles Finkel a 11 años y medio de prisión por corrupción.  Pero fue absuelto en segunda instancia. Un par de años después, el 7 de junio de 2021, Sicpa firmó un "acuerdo de clemencia" con la Contraloría General de la Unión, que es una agencia administrativa anticorrupción en Brasil, que lo comprometió a pagar 135 millones de francos por concepto de “restituciones”.

En un comunicado publicado ese día, Sicpa reconoció su “responsabilidad objetiva” por “irregularidades relativas a determinados pagos”, al tiempo que negó que “los contratos en cuestión se hayan sido obtenidos de forma fraudulenta”.

Según la firma de Prilly “no se pudo comprobar ninguna implicación, conocimiento o intención de Sicpa con respecto a los pagos realizados en Brasil”. Y gracias a este “acuerdo de clemencia”, Sicpa recuperó la posibilidad de participar en nuevos procesos de licitación en Brasil.
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En mayo del 2022, el poder judicial brasileño finalmente absolvió a Charles Finkel, así como al exfuncionario de impuestos Marcelo Fisch. Ambos habían apelado contra sus condenas desde 2019. Los jueces del Tribunal de Apelación de Río de Janeiro determinaron que el exfuncionario había sido condenado injustamente, porque los actos de corrupción afectaban a la Casa da Moeda. Y Marcelo Fisch actuó como un experto independiente, no como un empleado.

El abogado de Charles Finkel, Marcelo Bessa, se expresó de inmediato en la prensa brasileña para elogiar la sentencia que, a su juicio, confirmaba que no hubo "delito de ningún tipo en este caso concreto".

Pero en una opinión discrepante, publicada al margen de la decisión, uno de los tres jueces de apelación consideró que "la responsabilidad criminal y la materialidad” quedaron "ampliamente demostradas: Marcelo Fisch tuvo una participación decisiva en el proceso de elección de la empresa Sicpa por parte de la Casa da Moeda (...) todo a cambio de una remuneración indebida de varios millones".
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Marcelo Fisch, explicó el juez, había permitido a Sicpa presentar su solicitud de tal forma que se apegara exactamente a la licitación de la Casa de Moeda, a través de un estudio de factibilidad técnica.

Pero sus dos colegas no apoyaron este argumento y votaron a favor de la absolución de Marcelo Fisch. Y sin corrupción, no hay corruptos. Así que Charles Finkel se benefició de la misma medida.

"Estamos complacidos con esta decisión judicial que declaró a los señores Finkel y Fisch como no culpables de actos corrupción", dijo la firma de Prilly. De esta decisión se deduce que las acusaciones contra Sicpa, en este procedimiento contra nuestro exconsultor brasileño, fueron infundadas, y es la posición que siempre hemos defendido”.

La decisión brasileña podría debilitar el procedimiento federal que está actualmente en curso en Suiza contra la compañía y su director Philippe Amon. Lo anterior porque originalmente se centró en las potenciales actividades ilícitas de la compañía en 14 países. Y según Sicpa, la cifra se ha reducido a solo cuatro países, entre los que se incluyen Colombia y Brasil. El MPC declinó realizar comentarios sobre este tema.
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Suiza investiga

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Los problemas legales de Sicpa no se limitan a Brasil. Entre 2009 y 2014, las actividades de la compañía atrajeron la atención de las autoridades de diversos países. Sospechas que condujeron al Ministerio Público de la Confederación a investigar al grupo. Inesperadamente, el gran detonante de la investigación suiza sobre Sicpa tuvo su origen en Estados Unidos.

A finales del 2014, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DoJ) envió una singular carta a las autoridades suizas. El documento era el "borrador" de una solicitud de asistencia mutua. Normalmente, las autoridades extranjeras que piden asistencia judicial a Suiza para sus investigaciones envían directamente una solicitud completa, aun cuando después deban pedir más detalles. Pero en este caso, el Departamento de Justicia no llegó hasta el final. En breve: se contentó con proporcionarle a Suiza información sobre las actividades de Sicpa.
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La misiva estadounidense, de la que quedó constancia en el documento emitido por el MPC en septiembre del 2020, que ya hemos citado antes, era una bomba. El Departamento de Justicia describía la reunión de Maurice Amon y Hans Schwab con Anthony Arroyo unos meses antes del foro de Davos del 2007. Todo estaba documentado ahí: nombres, fechas, lugares y detalles de los montos de las "comisiones de éxito" acordadas entre Sicpa y los representantes de la presidenta Gloria Arroyo.

A partir de la información enviada por Estados Unidos, el Ministerio Público de la Confederación abrió un expediente de investigación contra Sicpa a principios del 2015 por "soborno a funcionarios públicos extranjeros". En el procedimiento también estaba involucrado Hans Schwab.

Sorprendentemente, el "borrador" de la solicitud de asistencia mutua de Estados Unidos nunca -según lo que pudimos investigar- fue seguido por una solicitud formal de asistencia. Tampoco pudimos confirmar las razones por las cuales las autoridades estadounidenses estaban interesadas en Sicpa y en sus acciones en Filipinas. Al preguntarle al respecto, el MPC se limitó a confirmar que había una investigación sobre Sicpa que inició "basada en información proveniente de una solicitud de asistencia judicial recíproca".
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Independientemente de su punto de partida, la investigación suiza ganó relevancia debido a un giro importante que dio. En 2015, una empresa de Lausana llamada KBA-Notasys decidió denunciarse a sí misma ante el MPC. Ubicada cerca de Prilly, esta firma, consagrada a la fabricación de máquinas de impresión de billetes, era una socia de larga data de Sicpa. Su fundación, en 1959, fue liderada por Gualtiero Giori, con el apoyo de Albert Amon.  Y la compañía fue comprada en 2001 por el grupo industrial alemán Koenig & Bauer.

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Ante el MPC, KBA-Notasys reconoció que pagó decenas de millones de dólares en sobornos, entre 2008 y 2015, en Marruecos, Brasil, Nigeria y Kazajstán. Al denunciarse, KBA-Notasys apostaba a que su caso fuera cerrado rápidamente y solo tuviera que pagar una pequeña multa. Por eso se atrevió a poner sus cartas sobre la mesa.

Pero al revisar los datos bancarios de KBA-Notasys, los investigadores federales descubrieron vínculos con la empresa vecina de Prilly. Según los informes, las dos compañías habían compartido consultores en varios países para negociar los sobornos a funcionarios locales.
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De esta forma, el caso tomó un nuevo impulso en Lausana. Siguiendo el rastro proporcionado dos años antes por las autoridades estadounidenses, el Ministerio Público de la Confederación allanó la sede de Sicpa en el otoño de 2016. Se interceptaron los buzones de correo electrónico de una docena de ejecutivos, entre los que se contaban Philippe Amon, Hans Schwab y varios gerentes regionales.

Después de Brasil y Filipinas, la investigación suiza se extendió a otros 12 países: Togo, Ghana, Egipto, India, Kazajstán, Colombia, Nigeria, Pakistán, Senegal, Vietnam, Venezuela y Ucrania.

En septiembre de 2020, el capítulo de la investigación relacionado con Hans Schwab fue desestimado. Pero unos meses más tarde, el MPC lanzó una nueva bomba cuando confirmó al medio especializado Gotham City, el 14 de junio del 2021, que su investigación se extendía al "propietario y actual CEO de Sicpa", Philippe Amon.
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Abrir un proceso penal contra el director general de una empresa suiza por soborno a funcionarios públicos extranjeros es muy poco común. En nuestro conocimiento, solo había sucedido una vez antes. El presidente de la firma Ameropa Holding, ubicada en Basilea, fue condenado en 2016 por sobornos pagados en Libia, pero exclusivamente por el delito de complicidad en actividades de corrupción.

La investigación federal sigue en curso en Suiza. Sin embargo, mientras esto sucede, la presunción de inocencia prevalece tanto para Sicpa como para su director.

Sicpa aseguró que "coopera plenamente" con la investigación federal y sigue negando cualquier responsabilidad. "Impugnamos el hecho de que nuestra compañía haya estado involucrada, o tuviera conocimiento alguno de cualquier conducta ilegal por parte de alguno de nuestros consultores externos", expresó la firma. “Confiamos en que el procedimiento concluirá que no hay responsabilidad penal para nuestra empresa, ni nuestro director general”.
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Según Sicpa, la investigación del MPC se limita en el presente a solo cuatro países, entre ellos Brasil y Colombia (pero no precisa cuáles son los otros dos). El MPC confirmó que las actividades de Sicpa son investigadas en estos dos mercados latinoamericanos, pero afirmó que no puede dar detalles sobre el número preciso de países en los que Sicpa es investigada actualmente.

SWI swissinfo.ch buscó a Hans Schwab, quien declinó hacer declaraciones. De acuerdo con la información que tenemos, los millares de correos electrónicos y documentos incautados por el Ministerio Público de la Confederación durante el allanamiento de las instalaciones de Sicpa demostraron que se opuso a los sobornos a algunos consultores expuestos..
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La familia se divide

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"¿Dónde están las mujeres?" Es la pregunta que nos viene a la mente cuando hacemos un recuento de todos los nombres que se han sucedido, a lo largo de los años, en la dirección de la sociedad Sicpa. Parece que nada ha socavado el linaje masculino iniciado por el fundador Maurice Amon. En cada relevo de generación, se elige a un solo heredero, jamás a una heredera… Una tradición que inició después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Albert trabajó codo a codo con su padre para luego asumir la dirección de la empresa de Vaud. Su hermano Salvador también era parte de la familia, pero nunca estuvo a cargo del grupo, solo tenía un lugar en el Consejo de Administración.

Dado que Sicpa no cotiza en la bolsa de valores, sus propietarios siempre han sido libres en la toma de decisiones.
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Albert lideró la compañía durante muchos años y con su gestión llegó la prosperidad. Con su esposa Claudie, quien era ama de casa como lo fue su suegra, tuvo tres hijos: Maurice, Philippe y Monique. En 1996, después de medio siglo de trabajo, Albert se jubiló y murió en 2010.

La joven Monique no parecía tener ambiciones profesionales, así que la sucesión de su padre se disputó entre los dos hermanos. Juntos, dirigieron la empresa durante cinco años. Pero las relaciones eran complicadas entre ellos, nos confió una fuente cercana a la familia. Maurice era generoso, le encantaba viajar y salir de fiesta con amigos. Se casó tres veces y recorrió el mundo con cargo a las cuentas de Sicpa, prefiriendo la fastuosidad de Mónaco que las riberas del lago de Ginebra.
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Año Nuevo 2007. Maurice, en proceso de divorciarse por segunda vez, conoce esa noche a Tracey Hejailan en el vestíbulo de un hotel en Gstaad. Una californiana de 30 años que salía de un complicado divorcio con un empresario saudí. Fue amor a primera vista. Maurice Amon y Tracey Hejailan-Amon se casaron en Hong Kong e iniciaron una loca carrera de viajes de palacio en palacio, en la que se dedicaron a comprar obras de arte y costosas joyas. Las escapadas de la pareja encabezaban las portadas de las revistas de los famosos.

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Posaban en los encuentros del jet set y ofrecían generosas recepciones en sus enormes chalés de Gstaad. Según la revista Capital, la pareja habría gastado entre 500 y 700 millones de euros durante esos años locos, obtenidos integralmente del legado de Sicpa.
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Pero en septiembre del 2015, Maurice le pidió el divorcio a la estadounidense en Mónaco. Y Tracey no se concede fácilmente. Temiendo que la ley del principado le fuera desfavorable, impugnó la jurisdicción de los tribunales monegascos e intentó que el procedimiento de divorcio se realizara en Nueva York. La prensa internacional cubrió el caso profusamente, convirtiéndolo en un escándalo de telenovela. Para la familia Amon, siempre tan discreta de generación en generación, esto era demasiado.

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En 2015, los dos hermanos decidieron separar oficialmente sus negocios. Philippe se quedó con el negocio familiar. Y su hermano recibió su parte en efectivo. Según un relato oficial publicado por la empresa, Maurice Amon habría "abandonado gradualmente el imperio familiar, hasta dejar el consejo de administración de la compañía en marzo de 2015". Se dijo que dejó todo pacíficamente en manos de Philippe y se fue satisfecho con una generosa fortuna de más de 1000 millones de francos suizos.

Según otros testimonios, la separación entre los dos hermanos fue menos tersa. En 2019, una sentencia el Tribunal Federal reveló que Philippe Amon había despedido a su hermano Maurice a principios del 2015. El primero acusó al segundo de haber desarrollado actividades comerciales que eran una competencia desleal para Sicpa sin informarlo a la Junta Directiva. Más aún: Maurice Amon había invertido en una compañía de pagos digitales llamada GoSwiff, firma que competía con el grial financiero de la familia: la impresión de billetes.
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"No se puede ignorar que la división de 'tintas de seguridad' es uno de los pilares del grupo y que los medios de pago 'sin efectivo' representan para él una seria amenaza", escribió Philippe Amon a su hermano Maurice en una carta de despido, ampliamente citada en la sentencia del Tribunal Federal del 29 de agosto del 2019.

"El Grupo Sicpa vive y depende del mantenimiento y desarrollo de los billetes en circulación", continuó. “Por lo tanto, todas las soluciones ‘sin efectivo’ nos perjudican directamente, especialmente cuando son adoptadas por los clientes de Sicpa. Existe pues un conflicto de interés grave y definitivo entre su posición dentro de Sicpa, como empleado y como director", expresó Philippe Amon.
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En 2018, un tribunal de Vaud falló a favor de Maurice, ordenando a Sicpa pagarle 10,6 millones de francos como compensación. El citado tribunal consideró que las actividades paralelas de Maurice Amon constituían ciertamente un incumplimiento del deber de lealtad a la empresa, lo que justificaba el despido. Pero Philippe Amon conocía esta situación desde 2014 y decidió denunciar a Maurice hasta el 2015. Una demora en su reacción que llevó al tribunal a considerar que Sicpa había perdido su derecho a despedir a su “empleado” con efecto inmediato.

Sicpa impugnó la sentencia del tribunal de Vaud ante el Tribunal Federal. Pero el resultado del juicio llegó demasiado tarde. El 26 de julio, Maurice Amon murió de un paro cardiaco en Saint-Tropez, a la edad de 68 años. El fallo del tribunal federal, que le concedía la razón, se dictó un mes más tarde.
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El giro digital

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Los amargos intercambios entre los hermanos Maurice y Philippe Amon, conocidos en 2019, mostraron a qué grado obsesionaba a la compañía el temor de una caída abrupta en el número de billetes en circulación. Una amenaza que se cernía sobre la firma desde los albores del nuevo milenio. El auge que adquirían las soluciones digitales de pago en el mundo era un peligro vital para Sicpa, que amasó su fortuna gracias al número de billetes impresos que tenían los bancos centrales.

Para responder a una nueva realidad, Sicpa se vio obligada a la diversificación hacia nuevos negocios, como pudimos constatarlo. Primero: precintos fiscales para tabaco y bebidas con contratos en Brasil (2007), Canadá (2008) y California (2010).  Luego la compañía registró avances en África, en países como Marruecos (2010), Kenia (2013), Uganda (2018) y finalmente Togo (2020).
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Pantalla completa
A partir de 2016, Sicpa desarrolló productos en nuevos sectores. En Dubái, por ejemplo, su tecnología garantizaba el seguimiento y la trazabilidad de los cilindros de agua para evitar la violación de las normas sanitarias. Ese mismo año, en Suiza, Sicpa unió fuerzas con la farmacéutica Clariant para certificar la autenticidad de sus instrumentos quirúrgicos a través de un marcador. En 2018, Sicpa ganó una licitación en Turquía para operar la venta de entradas de 54 museos, incluido el famoso Palacio de Topkapi de Estambul.
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También en 2016, Sicpa adquirió, por 16 millones de dólares, a la empresa canadiense Global Fluids International, dueña de una tecnología para el rastreo molecular de productos petrolíferos. Un marcaje químico que permite detectar fraudes durante el refinamiento, procesamiento y distribución del petróleo. Si, por ejemplo, un cargamento es diluido, esta técnica es capaz de encontrar el punto exacto de la cadena de suministro en donde se alteró la mezcla. Esta solución de trazabilidad del petróleo se utiliza hoy en día en Uganda, Tanzania y Kenia.

En 2017, Sicpa se asoció a la empresa estonia Guardtime, desarrolladora de soluciones locales de "gobierno digital". En 2022, esta colaboración dio lugar a un contrato con el cantón de Jura para garantizar la seguridad de los documentos oficiales digitales. Esta solución, llamada Certus, permite, por ejemplo, proteger los extractos de demandas ciudadanas mediante un código QR.
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Pero no todos estos desarrollos han sido exitosos, Sicpa experimentó un gran fracaso con los certificados digitales COVID. En alianza con ELCA, empresa de tecnologías de la información de Lausana, concursó en una licitación convocada por la Oficina Federal de Salud Pública. Basándose en la tecnología Certus, la solución de Sicpa era descentralizada y asegurada por una cadena de bloques. Pero la Confederación decidió desarrollar su propia solución tecnológica, confiando el diseño del "pase de vacunación" a la Oficina Federal de Informática y Telecomunicaciones (OFIT).
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¿Han dado fruto todos los proyectos de diversificación que la empresa ha instrumentado a marchas forzadas desde el 2016? Es difícil saberlo porque el grupo no publica información sobre sus finanzas. Pero algunas cosas comenzaron a cambiar. Tres años después del despido de Maurice Amon por parte de su hermano Philippe, quien lo acusó de socavar el futuro de la empresa familiar al invertir en una empresa de pagos digitales, y más de cinco años después de iniciarse en el negocio del rastreo de petróleo, agua embotellada e instrumentos quirúrgicos, el histórico negocio de las tintas para billetes dejó claro que estaba lejos de morir. Al contrario: nunca había estado tan bien.
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Los banqueros centrales llaman a esto la "paradoja de los billetes bancarios". Un fenómeno observado en todo el mundo. Lo mismo en Europa que en Estados Unidos, Australia o Singapur, la demanda de efectivo ha seguido aumentando, a pesar de que en esas mismas regiones los billetes se utilizan cada vez menos para liquidar transacciones. Las tarjetas sin contacto, las aplicaciones de pago y el comercio electrónico han vaciado las billeteras cuando se trata de monedas y billetes de pequeñas denominaciones. Sicpa tenía razón en este punto. Pero nadie vio venir otro fenómeno paralelo: el número de billetes en circulación explotaba simultáneamente.

En un informe publicado en 2021 sobre esta paradoja, el Banco Central Europeo (BCE) explicó que a finales del 2020, el valor de todos los euros en circulación ascendía a 1.43 billones de euros, monto 11% superior a los 1.29 billones de euros registrados en 2019. Un repunte que se acentúo durante la pandemia de COVID.
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Asimismo, el valor total de los dólares estadounidenses en circulación aumentó 16% solo en 2020, superando por primera vez los 2 billones de dólares, cuatro veces más que 20 años antes. Pero también en este caso el repunte en la demanda de efectivo se concentraba exclusivamente en billetes de altas denominaciones, como lo hizo notar el Banco Nacional de Suiza (BNS) en 2019.

"Nuestros resultados indican una cantidad significativa de acumulación de billetes, especialmente de grandes denominaciones", observó el BNS, destacando que el fenómeno se intensificó "significativamente desde el inicio del milenio y durante las recientes crisis financieras y económicas".

Los hogares de los países ricos ya no pagan en efectivo, pero algunos de ellos prefieren guardar sus ahorros en billetes debajo de sus colchones... o en otro lugar. Según el semanario The Economist, otra parte de esa acumulación de grandes denominaciones podría provenir de una economía ilícita, derivada de la evasión fiscal, el lavado de dinero o el narcotráfico. Pero para Sicpa es irrelevante el origen del fenómeno. La compañía cobra por cada nuevo billete impreso. Y cuantos más haya, mejor le irá.
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Conclusion

Pronto se cumplirá un siglo desde que el patriarca Philippe Amon tuvo la idea genial de transformar el uso de la grasa de ordeño en un catalizador que llevó a su firma a alcanzar nuevos horizontes, un invento que aún alimenta a la empresa familiar. Y los esfuerzos de diversificación emprendidos desde el 2016 les han permitido abrirse a nuevos mercados que contribuyen, paulatinamente, a la evolución de la cultura del grupo.

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En 2021, Sicpa anunció la contratación de Jean-Philippe Gaudin, ex director del Servicio de Inteligencia de la Confederación, como director de Asuntos Estratégicos.  En un mundo lleno de “múltiples e inéditas amenazas”, Sicpa "siempre ha tenido el sólido compromiso” de ofrecer a los gobiernos e instituciones que protege "soluciones de seguridad que fortalezcan su soberanía", explicó la firma en un comunicado de prensa. Pero solo el futuro dirá si estas promesas le permitirán recuperar la confianza que Sicpa reclama.
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Créditos

Investigación y texto:  François Pilet y Marie Maurisse
Producción Multimedia: Helen James y Carlo Pisani
Edición: Dominique Soguel y Virginie Mangin
Gráficos: Kai Reusser
Coordinador del proyecto: Dominique Soguel

Adaptación del francés al español: Andrea Ornelas

Imágenes:
 Yanick Folly (Togo), Pascal Staub (ilustración), fotografías tomadas con dron (derechos reservados), Reuters, SRG SSR/SWI swissinfo.ch, Keystone, swisscastles, chalamy.com, Getty Images, Sicpa, Wikimedia/commons, Agenzia, Fotogramma, Gotham City.

Este artículo fue republicado el 18 de agosto del 2022 para precisar la definición de “unlimitrust campus”, así como el número de patentes totales registradas por la empresa.
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  • Credits: AFP, Agenzia Fotogramma, Alamy, Bundesarchiv / Gotham City, Carlo Pisani / SWI swissinfo.ch, Getty Images, Gotham City, Keystone, Keystone , Keystone / The Print Collector / Unknown, Library of Congress / Wikimedia Commons, Marie Maurisse, François Pilet , RTS / SWI swissinfo.ch, Reuters, SRF / SWI swissinfo.ch, SRF / SWI swissnfo.ch, SWI / Pascal Staub, SWI Yannick Folly, SWI swisissinfo.ch, SWI swissinfo.ch, Sicpa, Steve Mack / Alamy, Swisscastles.ch, U.S. Embassy in the Philipines, Wikicommons, screenshot: Vanity Fair / Metro, screenshot: www.bger.ch

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