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Historia de la farmacéutica suiza

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Introducción

El mundo ha buscado en la industria farmacéutica una salida a la pandemia más devastadora de los últimos 100 años. Y Suiza ha sido un centro farmacéutico clave en el mundo durante todo ese tiempo. A continuación, la historia de cómo la fabricación de medicamentos convirtió a un pequeño país montañoso en un titán de la industria y cómo reaccionaron sus empresas farmacéuticas cuando se enfrentaron a la mayor crisis de salud vista en varias generaciones.

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Del Rin al mundo

Mucho antes de que hubiera viales de vacunas y paquetes de píldoras, existían tinas llenas de colorantes. La industria farmacéutica de Suiza se derivó de la industria de los colorantes químicos que operaban al servicio del floreciente comercio de la seda y los textiles en Europa.

A finales del siglo XIX, Gesellschaft für Chemische Industrie (que más tarde se convertiría en Ciba); Geigy (J.R. Geigy) y Kern & Sandoz (posteriormente Sandoz) eran nombres muy conocidos en Basilea. Hoy, solo la marca Sandoz permanece en el mundo farmacéutico, pero todos ellos forjaron lo que hoy conocemos como Novartis.

Poco después, en 1896, F. Hoffmann-La Roche & Co (hoy conocida como Roche) empleó en la medicina algunos de los conocimientos técnicos que tenía de la química, convirtiéndose en la primera empresa de Basilea centrada exclusivamente en productos farmacéuticos.

Photo: The Geigy plant, Grenzach, Germany in 1924. (Novartis AG)
 

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Basilea tenía varias ventajas en términos de ubicación: buenas conexiones de transporte, su localización en la frontera con Francia y Alemania, y era un centro operativo para las industrias textil y de cintas de seda del Alto Rin que dependían en gran medida de los colorantes. El Rin proporcionaba agua para la fabricación y era también un lugar conveniente para eliminar los desechos tóxicos de las fábricas de tintes.

Adicionalmente, Suiza no solicitó ninguna protección de patente sobre procesos químicos sino hasta 1907, lo que permitió a las empresas de Basilea manufacturar productos extranjeros sin ningún problema.

Foto: Sandoz Basel. La primera fábrica de Kern & Sandoz en St. Johann, alrededor de 1890. (Novartis AG)


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Las empresas que dieron vida a Novartis comenzaron a comercializar materias primas, desarrollaron colorantes sintéticos y crearon coloridas etiquetas para los bienes de consumo.

Ciba, Geigy y Sandoz fueron parte de la edad de oro de la cromolitografía europea. Hasta la década de 1930, los paquetes de tintes con etiquetas de colores de Basilea inundaban los mercados de Asia.

Foto: Impresiones de azul anilina de un registro de inspección de fabricación.
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Ilustración: Una etiqueta de Geigy para Hong Kong. Imprenta François Appel, París. Appel trabajó para las principales empresas de Europa desde 1875 hasta 1890. (Novartis AG)

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A finales del siglo XIX, las empresas de colorantes de Basilea descubrieron que algunos de los conocimientos técnicos y las materias primas de sus colorantes sintéticos podían utilizarse también en la producción de medicamentos.

Las empresas químicas entraron en el negocio farmacéutico, aunque con ciertas dudas. Pero estos productos resultaron rentables desde el principio.

En 1914, solo el 10% de la facturación de Sandoz procedía de productos farmacéuticos. Para 1952, el sector farmacéutico era el más rentable en la cartera de ventas de la empresa.

Foto: Sandoz en la década de 1930 (Novartis AG)




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Con el paso de los años, las empresas se vendieron, compraron y fusionaron. La integración de Ciba y Geigy, que habían sido feroces competidoras en el pasado, sorprendió a muchos en Basilea por las grandes diferencias que había en sus culturas corporativas. Años después de la fusión, los empleados aún experimentaban un sentimiento de lealtad hacia las otrora Ciba o Geigy.

En 1996, cuando Sandoz se unió a Ciba-Geigy, para crear lo que hoy es Novartis, se produjo la fusión corporativa más grande jamás documentada en el registro comercial de Basilea. De hecho, aún hoy en día se le considera una de las fusiones corporativas más grandes que hayan tenido lugar en Suiza. El nombre Novartis se inspiró en las palabras latinas "novae artes", que significan "nuevas artes o habilidades".

Muchas otras multinacionales suizas, como Syngenta y Clariant, también tienen sus raíces en la industria química de Basilea.

CRONOGRAMA
1758  Geigy
1873  Gesellschaft für Chemische Industrie (Ciba in 1945)
1886  Kern & Sandoz (Sandoz in 1939)
1896  Roche
1970  Ciba & Geigy Merger
1996  Novartis

FOTO: (Keystone)








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Foto: Proyecto del logo del Grupo Novartis recién fusionado, 1996.




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Si bien Novartis ha sido producto de varias fusiones a lo largo de los años, Roche ha podido conservar su nombre desde sus inicios como empresa farmacéutica.

Fue fundada el 1 de octubre de 1896 por Fritz Hoffmann-La Roche, quien entonces tenía solo 28 años. Al morir su creador en 1920, la firma vivía un momento de incertidumbre con respecto a su futuro. El año anterior, las malas perspectivas financieras de la empresa habían llevado a convertirla en una sociedad anónima.


La familia fundadora adquirió una participación mayoritaria en la empresa. Alrededor de 125 años después, la mayoría de las acciones con derecho a voto todavía están en manos de los descendientes del fundador.

Foto: Fritz y Adèle Hoffmann (F. Hoffmann-La Roche Ltd, Basilea)







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La presencia de Novartis y Roche ha sido una de las razones fundamentales por las que Suiza se ha formado una sólida reputación como centro farmacéutico. Pero el país también es sede de cientos de gigantes farmacéuticos extranjeros, empresas biotecnológicas de menor talla, fabricantes diversos, firmas emergentes de atención médica y proveedores de servicios.

En 1980, la aportación de la industria farmacéutica al Producto Interno Bruto (PIB) de Suiza fue del 1%. Hoy, ronda el 5%. En 2020, casi el 45% de todas las exportaciones suizas fueron productos farmacéuticos.

La Unión Europea es el mercado más importante para los bienes farmacéuticos suizos (50%), pero de forma individual, Estados Unidos es el país más importante. En los últimos 20 años, las exportaciones a Estados Unidos se duplicaron del 11% al 24%.



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Vista aérea del campus y de la sede de la empresa biofarmacéutica Genentech, en el sur de San Francisco, California. (alamy.com)

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Gracias al negocio de los colorantes, las empresas de Basilea rápidamente pudieron establecerse en el extranjero. A medida que la industria se desplazaba hacia los productos farmacéuticos, el tamaño limitado del mercado doméstico suizo dejó claro que la internacionalización era el único camino para competir.

En 1912, Roche estableció una denominada "oficina científica" en Yokohama y se mantuvo en estrecho contacto con los principales profesores de Japón. Ciba hizo lo propio al establecer una oficina científica y un equipo de ventas en Osaka.

En la primera mitad del siglo XX, las empresas suizas decidieron crear filiales o ramas en lugares tan distantes como China, Japón, Rusia, Argentina y Brasil, para reducir los costos de producción y transporte, y eludir las restricciones a las importaciones.

Las empresas tuvieron que enfrentarse a una delicada dinámica geopolítica en la que la neutralidad suiza fue una gran aliada. Esto se confirmó durante la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que las compañías de Basilea firmaron acuerdos con el régimen nazi. Roche usó prisioneros de guerra como trabajadores. Pero también sacó a numerosos científicos judíos de sus oficinas de Berlín para reubicarlos, salvándolos con ello de la persecución.

Foto: Locales de CIBA Shanghai. Alrededor de 1938. (Novartis AG)







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En 1919, cuando las empresas químicas de Basilea debatían si debían establecer una representación en los Estados Unidos, los miembros del consejo estaban divididos. Por un lado, desaprobaban la forma "egoísta" de hacer negocios en los EE. UU y se sentían inquietos ante la posibilidad de que los estadounidenses les robaran sus secretos.

Pero por el otro, "Estados Unidos es la tierra del futuro", escribió un miembro de la citada junta. "Si no aprovechemos este momento para establecer la producción, en pocos años quedaremos totalmente excluidos". Un año después, las firmas de Basilea ya habían comprado una antigua fábrica de colorantes en Cincinnati, Ohio.

Roche también instaló una planta en Nutley, Nueva Jersey, una decisión altamente redituable durante las Guerras Mundiales. En 1943, la oficina de Nutley representaba la mitad de la facturación del grupo.

Foto: Fábrica de Ault & Wiborg Co. Cincinnati, Ohio, comprada conjuntamente por las empresas químicas de Basilea. (Novartis AG)


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Foto: Samuel Koechlin, primer director general tras la fusión de Ciba-Geigy, en 1970, se inspiró en el periodo que vivió en EE UU, llevando teorías de gestión que impulsaron el crecimiento y rompieron las jerarquías. (Novartis AG)
Foto: Samuel Koechlin, primer director general tras la fusión de Ciba-Geigy, en 1970, se inspiró en el periodo que vivió en EE UU, llevando teorías de gestión que impulsaron el crecimiento y rompieron las jerarquías. (Novartis AG)
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El período de la posguerra fue una bendición para la industria farmacéutica suiza, pero también la confrontó a una mayor competencia del otro lado del Atlántico.

Mientras las empresas alemanas estaban cuesta arriba, las británicas y estadounidenses llenaban los vacíos existentes, impulsadas por el descubrimiento de la penicilina y otros antibióticos. Después, la llamada "Revolución Terapéutica" que tuvo lugar a mediados del siglo XX, benefició a la industria en todas partes porque disparó la inversión en investigación para nuevos medicamentos.

En las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las ventas se dispararon y las empresas de Basilea cimentaron su plaza como jugadoras líderes mundiales.











Foto: Samuel Koechlin, primer director general tras la fusión de Ciba-Geigy, en 1970, se inspiró en el periodo que vivió en EE UU, llevando teorías de gestión que impulsaron el crecimiento y rompieron las jerarquías. (Novartis AG)
Foto: Samuel Koechlin, primer director general tras la fusión de Ciba-Geigy, en 1970, se inspiró en el periodo que vivió en EE UU, llevando teorías de gestión que impulsaron el crecimiento y rompieron las jerarquías. (Novartis AG)
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Competir por las mentes más brillantes

Los primeros trabajos en la industria química suiza consistieron en crear productos para las masas y por las masas. Generaron, esencialmente, empleos en fábricas, que eran bien remunerados comparados con otros oficios de la época, pero también sucios y peligrosos. Esto cambió con la transformación hacia los productos farmacéuticos, que llevaron a los empleados a empaquetar píldoras o a trabajaban en laboratorios, en vez de limpiar tintas en las tinas de coloración. Asegurar la presencia de algún científico de primer nivel también les trajo prestigio, elogios y ganancias.

En 1937, había unos 4 300 trabajadores en la industria química y farmacéutica de Basilea. En 2018, cerca de 32 000 personas laboraban para la industria de las ciencias biológicas.

Foto: Laboratorio de parasitología del Instituto de Investigación Sandoz en Austria. (Novartis AG)




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Foto: Sandoz, Basilea. Obreros de la industria de los colorantes vaciando un filtro de prensa, 1950. (Novartis AG)

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Conducir la industria hacia los productos farmacéuticos también abrió la puerta a la mujer. El auge experimentado por los productos farmacéuticos y las necesidades de gestión interna llevaron a contratar mujeres como secretarias o empacadoras.

De los 101 títulos profesionales que tenía clasificados Ciba en 1954 -desde archivistas hasta zoólogos-, cuatro eran “explícitamente femeninos” (usando la forma femenina en alemán). Y eran: empleada de facturación, empleada de asistencia social, secretaria y limpiadora, según una encuesta realizada ese año.

De la población activa, 89,6% masculina y 10,4% femenina, según la misma encuesta. Hoy, 45% de la fuerza laboral de Novartis está constituida por mujeres.

Foto: El techo de la fábrica de envases de Sandoz en Basilea, 1959. (Novartis AG)



















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Alice Keller. Foto: (Cortesía F. Hoffmann-LaRoche Ltd, Basel)
Alice Keller. Foto: (Cortesía F. Hoffmann-LaRoche Ltd, Basel)
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Algunas mujeres lograron abrirse paso en los laboratorios y las salas de juntas. La primera mujer ejecutiva de Roche, Alice Keller, nativa de Basilea y doctora en economía política, trabajó en Roche, en Basilea, antes de aceptar un puesto en Tokio, en donde la compañía estableció una subsidiaria en 1925. Cuando llegó, en 1928, comenzó como una "especie de asistente femenina junior", escribe Roche y detalla que se encargaba de tareas como manejar la correspondencia, revisar documentos y hacer algo de contabilidad.

Cuando regresó a Suiza en 1939, Keller se convirtió en la primera mujer ejecutiva de Roche. Se jubiló en 1952. Aunque las mujeres son menos raras en los laboratorios y en los rangos superiores de las empresas farmacéuticas suizas, nunca ha habido una mujer directora general o presidenta del consejo de administración en Roche o Novartis.









Alice Keller. Foto: (Cortesía F. Hoffmann-LaRoche Ltd, Basel)
Alice Keller. Foto: (Cortesía F. Hoffmann-LaRoche Ltd, Basel)
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Uno de los factores fundamentales del éxito de la industria farmacéutica fue su relación con las instituciones académicas, en particular la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ).

Los principales científicos fueron tratados como reyes, una práctica que reforzaron las rígidas jerarquías dentro de las empresas.

Muchos ejecutivos formaban parte de la élite social y económica de Basilea conocida como "Daig", y se enorgullecían de la cantidad de premios Nobel que obtenían.


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Foto: Interior del edificio Hoffmann-la Roche 1928 (cortesía de Hoffmann-La Roche)

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Las empresas farmacéuticas aún conservan un cierto estatus en Basilea. Los directores ejecutivos de las empresas farmacéuticas suizas se encuentran entre los directores ejecutivos mejor pagados de Europa.

El perfil de un trabajador farmacéutico típico cambió con la globalización y el desuso paulatino de la producción de paquetes de píldoras. Así, en lugar de trabajadores en las fábricas y de la élite de Basilea, los pasillos se han llenado de "expatriados", a veces percibidos como distantes de la sociedad suiza. El inglés se habla más en las empresas y en algunas partes de Basilea, que el propio dialecto suizo-alemán local.

Foto: La torre Roche es el edificio más alto de Suiza. Está prevista otra torre aún más alta en 2022. (Keystone)






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Foto: Edificio Gehry en el campus de Novartis. (Novartis AG)










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Rendición de cuentas

Accidentes devastadores y una serie de escándalos al interior de la industria farmacéutica sacudieron al público suizo e internacional en los años 70 y 80. Un accidente químico en la fábrica de una subsidiaria de Roche en Seveso (Italia), en 1976, y un incendio en la fábrica de Sandoz en Schweizerhalle (Suiza), en 1986, activaron medidas de seguridad y protección ambiental que se convertirían más tarde en normas para la industria.

Los accidentes provocaron indignación pública y las empresas fueron criticadas por reaccionar con demasiada lentitud y eludir sus responsabilidades.

A medida que se producían otros desastres y escándalos, como el boicot contra la leche para bebés fabricada por Nestlé, la tragedia del gas de Bhopal y el desastre nuclear de Chernóbil, el público comenzó a cuestionar el poder y las prácticas de las grandes empresas multinacionales.

Foto: El 10 de julio de 1976 explotó un reactor químico en la planta de Seveso, cerca de Milán, operada por una subsidiaria de Roche. (Keystone)


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El 1 de noviembre de 1986, estalló un incendio en la fábrica de Sandoz de Schweizerhalle que arrastró partículas contaminantes hasta el río Rin, causando daños medioambientales hasta los Países Bajos.

El almacén destruido por el incendio albergaba más de 1 000 toneladas de insecticidas y pesticidas. El accidente enrojeció el Rin, mató a miles de peces y dispersó un humo acre sobre la ciudad.

Encolerizada, la población local exigió que se adoptaran acciones. Ningún miembro de la dirección de Sandoz fue responsabilizado por el accidente. Años después, Novartis acordó pagar alrededor de 43 millones de francos suizos (49 millones de dólares actuales) por cuenta de daños a Suiza y otros países afectados.


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Foto: Miembros del departamento de bomberos con trajes protectores realizan los trabajos de limpieza tras el desastre de Schweizerhalle. (Keystone)

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Si bien es improbable que un desastre de esta magnitud vuelva a producirse en la industria farmacéutica de Suiza actualmente, la contaminación del agua y los riesgos de seguridad asociados a la cadena de suministro en el extranjero son aún un problema. En tiempos de reducir costos, gran parte de la cadena de suministro se ha trasladado al extranjero.

La mayoría de los ingredientes farmacéuticos activos se producen en China y la manufactura de los productos tiene lugar en India, en donde la descarga de aguas residuales de las fábricas farmacéuticas se ha convertido en un serio problema.


Foto: Las emisiones de las fábricas que producen antibióticos y otras drogas han contaminado las principales vías fluviales en Hyderabad, India, 2008. (Keystone)






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 Foto: Estación de relleno de comprimidos efervescentes de vitaminas en la sede de Hoffmann La Roche en Basilea, 1991. (Keystone)
Foto: Estación de relleno de comprimidos efervescentes de vitaminas en la sede de Hoffmann La Roche en Basilea, 1991. (Keystone)
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En la década de los 90, las empresas suizas estaban lejos de ser inmunes a los escándalos y las crisis de reputación que consumieron a la industria farmacéutica mundial. Se le consideraba una industria codiciosa que obtenía ganancias desorbitadas y pagaba elevados salarios siempre a costa de los pacientes.

En 1999, Roche se declaró culpable y pagó una multa de 500 millones de dólares en Estados Unidos por liderar lo que se llamó el "cartel de las vitaminas", una conspiración mundial para aumentar y fijar los precios de las vitaminas eliminando la competencia. Dos años después, la Comisión Europea le impuso una multa similar a la empresa.

En 2020, Novartis pagó 729 millones de dólares (688 millones de francos suizos) a las autoridades estadounidenses, uno de los acuerdos extrajudiciales más grandes de la historia, por un presunto soborno a médicos para que prescribieran sus medicamentos.







 Foto: Estación de relleno de comprimidos efervescentes de vitaminas en la sede de Hoffmann La Roche en Basilea, 1991. (Keystone)
Foto: Estación de relleno de comprimidos efervescentes de vitaminas en la sede de Hoffmann La Roche en Basilea, 1991. (Keystone)
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Psiquiatra Roland Kuhn. Foto: Staatsarchiv Thurgaus.
Psiquiatra Roland Kuhn. Foto: Staatsarchiv Thurgaus.
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Algunos de los métodos utilizados para desarrollar y probar medicamentos también produjeron cuestionamientos éticos.

Uno de los casos más conocidos es el del psiquiatra Roland Kuhn, quien participó en el desarrollo del fármaco Imipramine que Geigy comercializó como Tofranil para tratar la depresión.

Entre 1946 y 1980, alrededor de 3 000 personas fueron utilizadas como "conejillos de indias" en la Clínica Psiquiátrica Münsterlingen, en el noreste de Suiza, donde Kuhn era el director. Los pacientes rara vez se ofrecían como voluntarios para los experimentos y pocas veces se les informaba sobre los medicamentos que recibían.

Las pruebas de tratamientos, aun cuando forman parte de un ensayo clínico formal, siguen despertando inquietudes de orden ético, incluido el consentimiento de los pacientes, la existencia de prácticas discriminatorias y la confidencialidad.




Psiquiatra Roland Kuhn. Foto: Staatsarchiv Thurgaus.
Psiquiatra Roland Kuhn. Foto: Staatsarchiv Thurgaus.
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Los pacientes de los países con bajos ingresos a menudo son los que más sufren con las prácticas empresariales, especialmente los monopolios y los precios elevados.

Lo anterior alcanzó su punto crítico durante las crisis del VIH/SIDA, cuando un grupo de 39 empresas, incluidas Roche y Novartis, demandó al Gobierno sudafricano, en 1998, por promulgar una ley que permitía el acceso a medicamentos antirretrovirales genéricos más baratos. Roche era un productor clave de diagnósticos y tratamientos del VIH en aquel momento.

Durante esta batalla legal que duró tres años, la industria cerró fábricas y recortó la inversión en el país. Lo anterior, aun cuando Sudáfrica tenía la tasa más alta de casos de VIH en el mundo. Ante la presión de la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Gobierno de Estados Unidos, las empresas retiraron la demanda.

Esto allanó el camino para que los fabricantes de genéricos produjeran a gran escala medicamentos de patente. Pero las empresas farmacéuticas suizas se han opuesto firmemente a bajar la guardia en materia de protección de las patentes para permitir que se manufacturen versiones más asequibles de sus tratamientos.

Foto: Manifestantes ganan las calles de Pretoria en protesta contra las empresas farmacéuticas que se benefician con la venta de medicamentos contra el sida en 2001. (Reuters)







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En busca de una cura

En medio de los escándalos que golpearon a la industria, los científicos de las empresas farmacéuticas suizas hicieron importantes descubrimientos sobre todo tipo de enfermedades, desde la depresión o la ansiedad hasta el mal de Parkinson, o el cáncer. Algunos de los primeros productos, como el narcótico Pantopon y el medicamento contra las bacterias Bactrim, aún se prescriben

Pero el cómo y el dónde invierten las compañías en materia de investigación despierta cuestionamientos sobre si son los accionistas, o las necesidades reales del sector salud, los que definen las prioridades.

Foto: En 1955, el químico de Roche, Leo Sternbach, descubrió la benzodiazepina, comercializada como Librium. (Cortesía de F. Hoffmann-LaRoche Ltd, Basilea)

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Entre 1959 y 1969, todas las empresas químicas y farmacéuticas de Basilea vieron triplicarse y hasta quintuplicarse sus ventas. Los departamentos de mercadotecnia asumieron un rol más relevante.

Pero a medida que disminuyó la facturación de los antiguos productos de gran venta, las empresas tuvieron que girar rápidamente hacia nuevos productos o áreas comerciales estratégicas. Las empresas de Basilea se diversificaron atendiendo segmentos que iban desde la agricultura y la nutrición hasta los diagnósticos. Algunas unidades se vendieron rápidamente, mientras que otras se convirtieron en parte integral del éxito de los grupos.

Los grandes cambios se produjeron con los avances científicos en biología molecular e ingeniería genética en la década de 1970.

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Con mayores perspectivas de ganancias en áreas como la oncología y las enfermedades neurológicas, se desatendieron muchas otras enfermedades porque había muy pocos pacientes, o los precios de venta eran demasiado bajos para que fueran atractivas para las empresas. Los incentivos gubernamentales ayudaron a impulsar la inversión en algunas enfermedades, pero la investigación destinada a muchas otras, especialmente identificados en los países más pobres, decayó.

Esto también afectó áreas como las de vacunas y antibióticos. En 2007, Novartis fue el quinto mayor fabricante de inoculaciones del mundo. Invirtió en la fabricación de nuevas vacunas para satisfacer la demanda durante el brote de gripe porcina en 2009, pero la pandemia se desvaneció y las ventas se desplomaron. En 2014, la empresa decidió vender su división de vacunas para centrarse en otras áreas.

Los precios bajos y las inquietudes sobre el uso excesivo que había de los antibióticos afectaron este mercado. Sin embargo, existe una necesidad urgente de nuevos antibióticos a medida que aumenta la resistencia a los antimicrobianos. Ambos gigantes farmacéuticos suizos abandonaron la investigación en materia de antibióticos a partir de finales de la década de 1990. Roche volvió a ella hace unos años.


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Foto: El microbiólogo Herbert Boyer (ver foto), uno de los cofundadores de Genentech, fue considerado un pionero en la revolución de la ingeniería genética. (Getty images).
Foto: El microbiólogo Herbert Boyer (ver foto), uno de los cofundadores de Genentech, fue considerado un pionero en la revolución de la ingeniería genética. (Getty images).
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La industria se enfrentó a un nuevo grupo de competidores con el surgimiento de nuevas empresas biotecnológicas. La adquisición por parte de Roche de la firma californiana Genetech, una de las primeras grandes empresas de biotecnología, le permitió lanzar el Roferon-A, en 1986, el primer medicamento modificado genéticamente que producía la empresa.

Pero en su país, Suiza, existía una profunda sospecha de que se utilizaba material genético en algunas terapias, lo que condujo al llamado "referéndum biotecnológico" en 1998. Los votantes suizos rechazaron la propuesta de prohibir la manipulación genética (integrando secuencias de ADN en las células), lo que fue el punto de partida de la industria biotecnológica en Suiza. Esta votación fue interpretada como una clara señal de que el país quería un sector biotecnológico fuerte.






Foto: El microbiólogo Herbert Boyer (ver foto), uno de los cofundadores de Genentech, fue considerado un pionero en la revolución de la ingeniería genética. (Getty images).
Foto: El microbiólogo Herbert Boyer (ver foto), uno de los cofundadores de Genentech, fue considerado un pionero en la revolución de la ingeniería genética. (Getty images).
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Durante la última década, las empresas farmacéuticas suizas se han alejado de los productos de "volumen", como las vacunas, en dirección de una medicina más personalizada que se adapta a biomarcadores específicos o al perfil de riesgo de cada individuo.

La búsqueda de datos sanitarios y la tecnología para analizarlos hacen que Roche y Novartis ya no solo compiten con otros gigantes farmacéuticos, sino también con grandes empresas tecnológicas como Google y Amazon que han entrado en el negocio de la salud.

Esto ha llevado a una carrera loca para comprar empresas pequeñas e innovadoras que poseen una tecnología prometedora y que en más de un caso han recibido financiamiento del gobierno. Desde el 2000, Novartis y Roche han adquirido más de 40 empresas cada una, firmas que van desde la inteligencia artificial hasta la terapia génica.

En 2018, Novartis adquirió una pequeña empresa de biotecnología estadounidense llamada AveXis, especializada en terapias genéticas. En 2019, las empresas recibieron la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE UU (FDA) para la fabricación de Zolgensma, una inyección única con un precio de 2,1 millones de dólares destinada a atacar la raíz genética de la atrofia muscular espinal.

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Tanto Novartis como Roche hablan de los escándalos como parte de los “problemas heredados” que ya quedaron en el pasado. Lo que ahora buscan, según ellas mismas, es replantear su narrativa en torno al papel esencial que desempeñan las empresas en la sociedad. Ya no es suficiente con producir medicamentos, también hay que generar innovación que "mejore las vidas".

Ha sido difícil sacudirse la sospecha y la desconfianza que pesa sobre la industria. Cuantos más medicamentos salen al mercado a precios desorbitados, más cuestionamientos existen sobre cuánto ganan las empresas y quién tiene la sartén por el mango a la hora de negociar los precios.

Foto: En junio de 2019, la torre Roche proyectó el logo del paro de mujeres a nivel nacional como muestra de solidaridad con el movimiento por la igualdad de género. (Keystone)





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El momento de la pandemia

A inicios del 2020, cuando la OMS declaró la crisis de la COVID-19 como una pandemia, Roche se puso a la vanguardia en el desarrollo de las pruebas para la detección del virus. Tanto Roche como Novartis analizaron si los medicamentos existentes podrían usarse contra esta enfermedad.

La historia fue diferente en lo que respecta a las vacunas. Desde el principio, la suiza Lonza firmó un acuerdo para producir los ingredientes activos para la vacuna de ARNm de Moderna. Novartis también ofreció su capacidad de fabricación para la vacuna Pfizer / BioNtech. Pero ninguna empresa suiza lideró el desarrollo de una vacuna eficaz.

A principios de 2021, cuando en Suiza se esperaban ansiosamente los pedidos de vacunas, la población trataba de comprender cómo una industria tan innovadora y dominante como la helvética no había desarrollado una de las vacunas.






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Foto: Vista aérea del campus de Novartis en Basilea. (Novartis AG)



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La pandemia también reveló cuán dependiente es Suiza del resto del mundo, en cuanto a materiales, personal, inversiones y productos. Con la creciente competencia en el extranjero y los actores más pequeños, la reputación de Suiza como centro farmacéutico recibe aún más presión. Esto ha provocado más llamados de la industria para desmantelar las barreras comerciales, mejorar el acceso al talento del exterior e impulsar la inversión en investigación y desarrollo, así como en la creación de empresas emergentes.

Las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, junto con la tecnología digital, también aceleraron algunos cambios culturales. En 2020, Novartis se convirtió en la primera farmacéutica del mundo, y la primera empresa en Suiza, en autorizar el trabajo a distancia de sus empleados. La compañía dice que esto es parte de un cambio general hacia un enfoque de gestión menos vertical.

En 2021, la compañía también anunció que abriría lentamente su campus al público, al que solo se puede acceder con una identificación institucional. (Visual: Novartis AG)


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Hoy, los tanques vacíos de colorantes son vestigios de una era que ya desapareció en Basilea. Muchas de las antiguas fábricas de tintes químicos, ubicadas en las orillas del Rin son demolidas o reutilizadas como oficinas, apartamentos o espacios recreativos.

Basilea se mantiene como centro operativo de la industria farmacéutica, pero las empresas y los proveedores de servicios están repartidos en distintos lugares de Suiza y del resto del mundo. Las empresas buscan a científicos más brillantes, pero también a personas que se especialicen en informática, inteligencia artificial y análisis de datos.

Si la pandemia será un punto de inflexión para la industria en Suiza dependerá de las respuestas a diversas preguntas: ¿Cómo satisfará la industria las necesidades de la sociedad y las demandas de los accionistas? ¿Cómo pondrá sus medicamentos a disposición de todos los que los necesiten? ¿Seguirá invirtiendo en la innovación que necesitamos?

Foto ilustrativa: Keystone


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Fuentes

Historia Oral, Química y Cultura Urbana de la Asociación para la Historia Industrial y de la Migración de la Región de Basilea.

Georg Kreis, Beat von Wartburg (Hg.) Chemie und Pharma in Basel. November 2016

Tobias Ehrenbold. Samuel Koechlin und die Ciba-Geigy. 2017

T. Ehrenbold, Ch. Hatzky, Ch. Helm, W. Hochreiter, M. Rothmann, J. Salaks. Roche in the World 1896-2021: A Global History. 2021

Archivo Histórico de Roche, F. Hoffmann-La Roche AG

Novartis: How a pharmaceutical world leader was created out of Ciba, Geigy and Sandoz. 2014

Novartis International AG, Firmenarchiv / Company Archive

EY. The largest pharmaceutical companies worldwide. 2020

Interpharma Health Panorama, 2020.

Interpharma. Pharmastandort Schweiz 2030; Region Basel.

Michael Grass, Simon Fry. The Importance of the Pharmaceutical Industry for Switzerland. BAK Economics. 2017.

Lukas Straumann, Daniel Wildmann. “Swiss chemical firms in the ‘Third Reich’”

US Department of Justice. Swiss Executive Agrees to Plead Guilty and Serve U.S. Jail Time. May 20, 1999.

Televisión Pública Suiza SRF y archivos de Radio Suiza Internacional 









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Gallery Products

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Digalen: Roche desarrolló el Digalen para tratar afecciones cardíacas. Se vendía en una botella con forma de corazón en 1904.

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Sirolin: Hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, Roche generó ventas principalmente gracias al Sirolin, un medicamento para la tos lanzado en 1898. Su sabor a naranja y su publicidad ingeniosa rápidamente lo convirtieron en un producto muy vendido.

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Gynergen: Alcaloide del cornezuelo de centeno, fue uno de los primeros productos farmacéuticos relevantes de Sandoz. Comercializado a partir de 1928 con la marca Gynergen, se usaba para tratar las hemorragias posparto.

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DDT: Elogiado inicialmente como un arma milagrosa en la lucha contra las enfermedades y plagas, el DDT, descubierto por el químico de Geigy Paul Müller, se convirtió también en el arquetipo de la toxina peligrosa luego de que se conociera su impacto negativo en el medioambiente.

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LSD: El químico suizo Albert Hofmann descubrió la dietilamida del ácido lisérgico (LSD-25) mientras trabajaba en Sandoz. En 1943, lo experimentó él mismo y descubrió los efectos psicotrópicos del LSD mientras volvía a casa en bicicleta desde su laboratorio.







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Valium: El químico de Roche, Leo Steinbach, desarrolló el tranquilizante Valium, al que los Rolling Stones dedicaron una canción y al que llamaban "el pequeño ayudante de mamá". Fue uno de los medicamentos más recetados en Estados Unidos durante muchos años.
 

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Herceptin: Desarrollado por Genentech, subsidiaria de Roche, marcó el comienzo de una nueva era de medicamentos dirigidos a las proteínas que están en la superficie de los tumores. Fue la primera terapia diseñada específicamente para el cáncer de mama llamado HER2 positivo.

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El calcio se utilizaba en China como hemostático ya en la época precristiana. En el siglo XVI, el famoso médico, alquimista y filósofo Paracelso recetó un compuesto hecho de corales ricos en calcio para las hemorragias uterinas.

Calcium Sandoz: Fue el primer producto con más ventas de Sandoz en 1929. Se usó para tratar la deficiencia de calcio y los trastornos relacionados. Es aún un producto clave de la firma.

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Voltaren: Ciba-Geigy lanzó el Voltaren en 1974 para tratar el reumatismo. Ahora se usa en más de 140 países para diversas afecciones que involucran dolor e inflamación.
Con más de mil millones de pacientes tratados y 200 000 participantes en ensayos clínicos, es uno de los medicamentos más estudiados del mundo.



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Ritalin: El psicoestimulante Ritalin, desarrollado por Ciba, fue aprobado por primera vez para tratar la depresión en adultos a mediados de los 50. Demostró su eficacia para mejorar la concentración de los niños con déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Pero tiempo después enfrentó severas críticas cuando algunos estudios sugirieran que se prescribía en exceso.

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Prostigmina: También conocida como neostigmina, es un medicamento producido inicialmente para aliviar la debilidad muscular provocada por un trastorno autoinmune crónico conocido como miastenia gravis. Roche patentó este medicamento en 1931.

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Rimifon: En 1952, tres empresas, incluida Roche, planearon la comercialización de este antibiótico destinado a tratar la tuberculosis, pero descubrieron que el fármaco ya había sido sintetizado en 1912 por dos científicos checos.

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Gallery_Geigy promotional designs

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Portfolio oara Documenta Geigy /Animales dormidos (“sleeping animals”). Gottfried Honegger. 1955.

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Tarjeta publicitaria del antipruriginoso Eurax. Andreas His. 1956.

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Sobre para el periódico de la empresa “Geigy Catalyst” no. 16. Fred Troller. 1964.

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 Encarte para proceso 4GL amarillo. Katayama. 1963–1964.

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Folleto publicitario de Irgapyrine enophtalmologie Geigy 1953-1956
Diseño: Igildo G. Biesele (CH, nacido en 1930)
Comisión: J. R. Geigy AG, Basel, CH (1914 - 1970)


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Tablero absorbente (regalo promocional para médicos)
para el antifúngico Sterosan.
Nelly Rudin 1952.





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Cartel promocional para colorante textil.
Diseño: "Encienda Maxilon Brilliants Geigy" 1965-1969
Comisión Brian Stones (GB): Geigy Limited, Manchester, GB





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Publicidad de colorantes. Irgalane Geigy, antes de 1954
Diseño: Karl Gerstner
Comisión: J. R. Geigy AG, Basel, CH (1914 - 1970)

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Publicidad de colorantes. Irgalane Geigy, antes de 1954
Diseño: Karl Gerstner
Comisión: J. R. Geigy AG, Basel, CH (1914 - 1970)

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Anuncio de Preludin. Marca de Geigy del clorhidrato de fenmetrazina (1965).
Diseño: Fred Troller (CH, 1930-2002)
Comisión: Geigy Pharmaceuticals, Ardsley, EE. UU. (Hasta 1970)

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  • Jessica Davis Plüss (texto), Helen James (diseño/edición de fotografía), Veronica DeVore (edición), Andre Ornelas (traducción)





    Credits: 4.0 International (CC BY 4.0), @SRF, Alamy.com, Courtesy F. Hoffmann-La Roche Ltd, Basel, ETH Archiv, Hoffmann-La Roche, Keystone, Keystone , Keystone / AP/ Mahesh Kumar A, Keystone / Heiz Leuenberger, Keystone / Michael Kupferschmidt, Keystone /Erwin Zbinden, Keystone/Gaetan Bally, Keystone/Georg Gerster, Keystone/Interfoto/TV-Yesterday, Lars Müller Publishers GmbH, Novartis AG, Photo: Grafiksammlung, Museum für Gestaltung Zürich, ZHdK, Photo: Plakatsammlung, Museum für Gestaltung Zürich, ZHdK, Reuters, Schweizerisches Sozialarchiv, Staatsarchiv Thurgau, alamy.com/Smith Collection/Gado, getty images, pixabay/auntmasako, sciencemuseumgroup.org.uk, swissinfo.ch, © Hoffmann La Roche, © Hoffmann-La Roche, © Novartis AG, ©Hoffmann-La Roche, ©Hoffmann-La Roche AG, ©Novartis AG, ©SRF

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